En Lo Oscuro [Capítulo Dos]
Había una vez una bruja que se enamoró. Con cabellos tan blancos que se perdían en las montañas de nieve que conjuraba, perlas sin pupilas y manos frágiles como un lago helado, la bruja era una princesa por derecho propio. A esta pequeña bruja, por muy hermosa que sea, se le prohibió salir de su jardín invernal. Pero el amor, la hermosa enfermedad, siempre encuentra la manera de contagiarte; una flecha atravesó las flores de su jardín y su dueño saltó las paredes para recuperar su arma. El dueño tenía ojos verdes y manos callosas, con una piel morena que contrastaba contra el eterno invierno; todo un contraste con la bruja. No enamorarse de él a primera vista era una tarea imposible. Tanto el cazador como la bruja estaban comprometidos con otras personas, pero ¿qué podrían hacer cuando la enfermedad se abrió paso en sus corazones a primera vista? Entonces la bruja y el cazador huyeron, y el cazador se convirtió en presa cuando la familia de su amada bramó y exigió su cabeza
